lunes, 7 de octubre de 2013

Perdidos

Una pregunta abrió esa recóndita puerta escondida allá donde se halle. Una vez más, unas simples palabras que activan el turbo de las emociones. Querer volar, gritar, y llorar a la vez. Sentirte lo más frágil del mundo en un par de instantes. Y vuelta a la normalidad. En la memoria dolor y crispación. La experiencia, pide andar, y el alma, volar. Y ya, un mes después, sólo me vienen a la cabeza pequeños paraísos entre lo terrenal. Pequeñas maravillas a menos de un palmo. Pequeños regalos que persistirán en mi memoria. Grandes y pequeños, pequeños y grandes. Besos que paran el tiempo. Miradas ahogadas recíprocamente. Abrazos que funden el alma. Pero sobre todo caricias. Muchas caricias navegando por su rostro, rozando sus labios y grabando en el leve contacto de nuestro sentir, eso, el propio sentir. Hoy todo lo que antes nos acercaba, nos aleja, y la tempestad azota fuerte esta nave perdida en tales tiempos. Pero hoy más que nunca se que aunque nos buscamos antes de perdernos, mereció la pena vivirlo. Pero sobre todo, seguir viviéndolo tan intensamente como la tormenta que azota nuestro "nos".

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