miércoles, 17 de junio de 2015

Confesión de media noche.

Una noche cualquiera de soledad sin esencia y cuerpo cansado. Una vez más los pensamientos afloran en forma de tecleos en mi polvoroso portátil. Ellos y yo, a solas. Mal asunto.

-Y sí, hasta aquí llego-

Ya bastó de intentar dar una fuerza que ni siquiera tengo a cuatro palabras que leerán las mismas personas. Ya está bien de querer hacer algo grande, siendo tan pequeño. Ya está bien de forzar palabras que cuesta descifrar.

-Hoy toca hablar alto y claro-

Lo necesito. Mi salud pende de ello. Quiero y deseo contaros algo que ni siquiera yo sé que es. 

-Asique, ¡Allá va!-

Hoy me siento enclaustrado en un cruce en el tiempo. Ahí justo donde aprecias con claridad lo pasado y lo venidero. Hoy justo estoy en ese punto en el que el presente no cuenta, no por lo menos hoy. Hace días que terminé eso que llaman curso académico, y pese a la liberación inicial, ya no queda nada de esas fuerzas que me acompañaban veranos atrás por estas fechas. Ya no queda nada de esa ilusión, ganas y felicidad que llenaban todo a mi alrededor. Hoy no. Hoy veo como encamino una recta final de un ciclo que al principio esperada y que ahora ya no quiero. Hoy veo como los proyectos de futuro empiezan a no ser potestativos para convertirse en necesarios, y enzarzado en ellos, veo como mi alma y corazón rugen. Rugen por una sencilla y clara razón: -Quererla cada día más-. Querer, que grandiosa pesadilla, sobre todo cuando carece de sentido hacerlo. Pero nada, es imposible evitarlo. Y mi pregunta a día de hoy es, ¿Por qué?

-A quien pretendo engañar. Hasta yo conozco esa respuesta, aunque me niegue a verla-

Un -¿Por qué?- ridículo, es tener que hablar de esto teniendo en mente un probable último verano libre por planificar, un proyecto por encaminar y por supuesto, como conduciré hasta llegar a meta. Alguien me respondería algo así cómo, -déjate llevar-, pero es complicado dependiendo tu futuro del hoy. 

-Pero, ¿No había dicho que no importaba?- Joder -Yo solo me echo tierra al cuello-

Es ridículo pensar el -¿Por qué?- inicial ya que ni debería existir, pero lo hace, y además intensamente. Quizá en estos temas no importe ni el hoy, ni el mañana, y mucho menos el pasado mañana. Quizá en estos temas da igual estar en el ojo del huracán que en sus alrededores. En estos temas da igual estar en X que en Y, porque te van a acabar poniendo en cilíndricas. Y es que, estés en un cruce de tiempos, en una nada virtual o en el mayor estado apoteósico plausible, esto es lo que realmente te hará sentir vivo. Sufriendo o disfrutando. Maravillándote o destrozándote. Pero sigue conllevando eso que dije hace unas cuantas frases atrás: -Quererla cada día más-. Sólo por eso merece la pena. Y sí, creo que ya es hora de responder el -¿Por qué?- inicial y ridículo. Creo que ya es hora de enfrentarlo. Y es que estoy enamorado. Enamorado hasta las trancas. Y me he dado cuenta hoy, aunque ayer ya lo sabía. Y es que es irremediable y encima, eso, ridículo.

-El porqué de esta ridiculez probablemente entraría dentro de un monólogo, pero hoy no estamos en el club de la comedia-

¿Y sabéis que es lo mejor? Que por una vez en la vida quiero sentir, aunque sea ridículo, quiero vivir, aunque sea doloroso, y quiero ser yo, pero con ella. Desgraciadamente, a día de hoy esto último está complicado, pero ese pasado que hoy me ha hecho escribir sobre este teclado ya conocido, me ha dado fuerzas para colocar como objetivo luchar. Luchar por ella. Y si, probablemente pierda, pero por lo menos, lo habré intentado. 

-¡Ehh! Y no os penséis que voy a dejar esas frases iniciales sin forma...

¿Mal asunto?...-¿Por qué?-

lunes, 16 de febrero de 2015

Viajando

Fue volver a una realidad que anunciadamente me perseguía y un impulso de libertad de esta pequeña vida automatizada lo que me mantuvo durante todo el viaje de vuelta en aquel punto varado en el tiempo. Aquel paisaje, aquel pequeño paraíso terrenal que se contextualizaba alterando cada uno de esos adormecidos sentimientos que, al fin y al cabo, acaban haciéndonos sentir menos máquina y más ser humano cuando se desperezan. El coche avanzaba, pero no conmigo, y yo anclado inexplicablemente en aquel intento de torre de babel navegante por un río que empezaba a separar dos realidades contrarias. Cada colina, cada llano y alto lejano dejado atrás acababa por hacerme navegar, más aún, en aquellos pequeños tesoros en medio de la nada. Silencio exterior, ¿Qué ironía, no? Con la tormenta que azotaba mi mente en aquel momento. Quizá fue la necesidad la que me mantenía volando por un punto dejado atrás. Quizá la resaca, quien sabe. Frenazo, "¡Puto camión!" Fue un instante, tan solo un instante, para resetear la lectura de la EEPROM. Tan sólo un instante para trasladar tal tormenta interna al exterior. Y fue entonces, cuando esta se consumió y el silencio externo reapareció, cuando inconscientemente quise volver a un lugar inexistente, a un recuerdo construido por eso, sueños. Eso, un sueño construido por la necesidad, el despertar, un río o una torre en medio de una incesante corriente fluvial. Un sueño construido por lo extrovertido del lugar. Un sueño que, inocentemente, pensaba que nacía de ese lugar. Pero, la realidad disfrazada, la verdadera realidad, radicaba en una mordiente sonrisa con peluca azul que acabó construyendo ríos, torres y necesidades por vivir. Un sueño y una sonrisa.  Y en mi mente una frase: "Acuerdate de acordarte"

miércoles, 8 de octubre de 2014

Miedo

Miedo. ¿Qué es eso? Desgraciadamente todos lo conocemos, y probablemente aborrecemos. Aunque también, presas de él, seamos fieles feligreses a sus desmesuradas órdenes. Quizá ni siquiera estemos orgullosos de ello pero, convive en nosotros y con nosotros. Quizá sea uno de nuestros mayores enemigos. Qué digo quizá, el peor de todos. En cambio, como en esa tercera frase mento, alienados a él, actuamos en consecuencia. El tiempo debe de sentirse ofendido por tal aberración. Miedo, traicionera parte de nosotros. Nos empapa de sus propios temores y juega con nosotros a gusto. Pero, ¿Por qué? ¿Por qué a nosotros? ¿Qué puede producir tal ensañamiento? ¿Simple verdad? Efectivamente, somos humanos. Somos humanos y sentimos, y si, quizá sea este el inicio y el porqué de tal embriagadora y desbastadora impresión. Miedo, maldito seas. Porqué tiñes de oscuridad todos y cada uno de esos retos y objetivos, a la par que nuestros propios sueños. Porque te empeñas en impedir luchar por todo aquello que queremos por irrelevantes e insuficientes razones atormentadoras. Porqué. Porque seas tú, o no, nuestro mayor temor, eso no te da derecho a impedirnos luchar. Para que el tiempo caiga de nuestro lado y, sea más o menos dura nuestra existencia, vivamos. Por una libertad sin prejuicios y sin temores. Pero mientras tanto. Miedo, traicionera parte de nosotros.

lunes, 16 de junio de 2014

Horizonte mío.

Hoy observando observé, que lo observado no observa, sino cree. Hoy perdiéndome me perdí, en un infinito llamado horizonte, buscándome a mí. Hoy decidí ser decidido, decidiendo más allá de lo decisivo. Hoy también creeré, creyendo en ser creyente, en mí mismo. Hoy seré siendo, ese perdido horizonte, entre lo creído y lo decisivo.

martes, 6 de mayo de 2014

Mirada voraz al mañana.

Y fue entonces cuando nació, impulso agónico hacia una risa nerviosa, esperanza. Fue entonces cuando un extraño y necesario sentimiento se inyectó en un flujo turbulento de sangre. Fue entonces cuando aquello, olvidado por completo, resurgió de un par de frases. Fue cuando, por instantes, un cuerpo temblaba incontroladamente, cual quinceañero pudiera ser. Fue entonces cuando ganas y pasión se juntaron en un solo grito. La adrenalina por las nubes, y yo...yo ya no sabía quien era. Ilusión,esperanza y pasión, mucha pasión. Digamos que una sonrisa lo cambió todo en un pequeño descuido. Digamos que "vitaminó" mi esencia, y pintó, así, una mirada voraz al mañana.

jueves, 13 de febrero de 2014

Vaivén

Una conversación de antro a media noche. Cuando ruido y armonía de palabra se juntan en un solo sentido. Desde coherencia a sin sentido campeante.  Como situación frívola y asqueante.  Así soy yo, perdido.

viernes, 10 de enero de 2014

Apisonante

Cuando la motivación se personifica. Cuando una imagen hace encender esa máquina de demolición que dentro llevamos. Cuando tus retos empequeñecen durante segundos. Cuando tu mente extrapola todos los sentidos y los concentra en el medio. Sí, en el medio, justamente donde una gran extensión inerte reinaba. Justamente donde atravesar parecía imposible. Ahí, exactamente estarás tú, desatando tu ira, desinhibiendo totalmente cuerpo y alma, en una sola carrera, en un solo grito. Reventando registros, reinando en aquel medio, transformándolo y, sobre todo, disfrutando cada gramo de adrenalina. Y digo disfrutando si, porque la intensidad de cada milésima de segundo extremiza tus sentidos. Los extremiza y los vives, los vives extremamente, los sientes y los amarás allá cuando el sueño acabe. Y volvamos al principio, cuando la motivación se personifica...