Cuando la motivación se personifica. Cuando una imagen hace encender esa máquina de demolición que dentro llevamos. Cuando tus retos empequeñecen durante segundos. Cuando tu mente extrapola todos los sentidos y los concentra en el medio. Sí, en el medio, justamente donde una gran extensión inerte reinaba. Justamente donde atravesar parecía imposible. Ahí, exactamente estarás tú, desatando tu ira, desinhibiendo totalmente cuerpo y alma, en una sola carrera, en un solo grito. Reventando registros, reinando en aquel medio, transformándolo y, sobre todo, disfrutando cada gramo de adrenalina. Y digo disfrutando si, porque la intensidad de cada milésima de segundo extremiza tus sentidos. Los extremiza y los vives, los vives extremamente, los sientes y los amarás allá cuando el sueño acabe. Y volvamos al principio, cuando la motivación se personifica...
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