miércoles, 8 de octubre de 2014

Miedo

Miedo. ¿Qué es eso? Desgraciadamente todos lo conocemos, y probablemente aborrecemos. Aunque también, presas de él, seamos fieles feligreses a sus desmesuradas órdenes. Quizá ni siquiera estemos orgullosos de ello pero, convive en nosotros y con nosotros. Quizá sea uno de nuestros mayores enemigos. Qué digo quizá, el peor de todos. En cambio, como en esa tercera frase mento, alienados a él, actuamos en consecuencia. El tiempo debe de sentirse ofendido por tal aberración. Miedo, traicionera parte de nosotros. Nos empapa de sus propios temores y juega con nosotros a gusto. Pero, ¿Por qué? ¿Por qué a nosotros? ¿Qué puede producir tal ensañamiento? ¿Simple verdad? Efectivamente, somos humanos. Somos humanos y sentimos, y si, quizá sea este el inicio y el porqué de tal embriagadora y desbastadora impresión. Miedo, maldito seas. Porqué tiñes de oscuridad todos y cada uno de esos retos y objetivos, a la par que nuestros propios sueños. Porque te empeñas en impedir luchar por todo aquello que queremos por irrelevantes e insuficientes razones atormentadoras. Porqué. Porque seas tú, o no, nuestro mayor temor, eso no te da derecho a impedirnos luchar. Para que el tiempo caiga de nuestro lado y, sea más o menos dura nuestra existencia, vivamos. Por una libertad sin prejuicios y sin temores. Pero mientras tanto. Miedo, traicionera parte de nosotros.